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Premis Coca-Cola: María González, tercer premi a la categoria de Jóvenes talentos de relato corto

Juny 2017. Fotos d'Isabel Castro i cedides per la família de María González 

María González, alumna de segon d'ESO, va guanyar el tercer premi Coca-Cola de Jóvenes Talentos de Relato Corto, amb el qual col·labora la Real Academia Española. Aquest premi és el certamen literari juvenil més important i antic de les nostres aules, i es convoca anualment amb la finalitat de fomentar l'escriptura creativa.

María González va ser una de les seleccionades entre els alumnes de segon d'ESO. Va fer la prova escrita el dia 25 de març. El títol del seu relat és Mis dos bandos.

 

L'entrega dels premis es va fer al Gran Teatre de la Xina, al Port Aventura, el dia 3 de juny.

Mis dos bandos

Entré sin ningún recuerdo que me lo impidiera. Mi memoria había pactado tregua con mi corazón. Las paredes se iban encogiendo y algo me decía que iba contrarreloj. Buscaba algo, pero aún no sabía el qué. Todo estaba muy oscuro, y en medio de la habitación había una caja. Al verla,  lo supe. La buscaba a ella. En realidad, a lo que contenía. Miré mi reloj, pero no era capaz de distinguir hacia dónde apuntaban las agujas. Abrí el portal que había en la caja y tan solo descubrí cuatro paredes más, como las anteriores. Todo en la oscuridad. En medio, se repetía la escena anterior. Una caja en el centro de la sala. No sabía cómo enfrentarme a esa situación.

 

No podía caminar. El suelo se aferró a mis zapatos, impidiéndome dar un solo paso. Hacía frío. Un destello de luz salió de la caja e inundó toda la habitación. Mi cerebro decía no, y mi corazón, sí. La razón contra las emociones volvían a estar en olas distintas. La luz cada vez se volvía más tenue y empecé a verlo todo mejor. Hacía calor.

Colgados de un hilo, empezaron a distinguirse fotos mías. La luz se volvió roja.

Mi abuela me había hablado de esos lugares, ahí se revelaban las fotos del carrete. Me alerté cuando me di cuenta de que no tenía más tiempo. Cada vez todo era más pequeño. El ambiente se empezó a humedecer. Nunca había estado en un lugar como ese.

Me acerqué a las fotografías, la mayoría aún estaban borrosas. Había algunas totalmente blancas en un recipiente con un líquido transparente. Al intentar cogerlas, me mojé las manos. Oí una voz que salía de las paredes:

 

- Es tu última oportunidad, no crees dos bandos en ti o nunca descansarás.

 

Se me puso la piel de gallina. ¿A qué se refería?

Encontré una foto mía en el hospital. La fecha era de una semana atrás, el día de mi cumpleaños. Entonces, fue cuando me di cuenta de que yo vivía en la caja, y que fuera de ella no era más que un cuerpo que no se valía por sí mismo y necesitaba máquinas para mantener mi respiración.

También encontré una foto mía con quien siempre me había ayudado y acompañado. Con Lucas. Lo peor fue que no me acordaba de los momentos que había pasado con él.

Empecé a oír un estruendo que no cesaba. Era tan intenso que no podía oír ni mis pensamientos. En las paredes se podía empezar a ver la luz blanca y sintética, y pude observar, en primer plano, la habitación del hospital en la que me encontraba, fuera de la caja.

Cómo se me paró el corazón a altas horas de la madrugada.

De antaño, hubiera dado igual irme de ese mundo, pero cuando sentí su mano agarrada a la mía tan fuerte, y lágrimas que caían desoladas sobre mi pecho, no pude evitar echarle en falta. Solo con esos diez segundos, mano con mano, me replanteé cómo me gustaría volver a vivir una vida nueva.

Se hizo el silencio, y me fui de ambos mundos junto al estruendo de la máquina. Si hubiera hecho caso a mi voz, y no hubiera separado dos bandos de mí, nunca hubiera olvidado nada. Pero ya era demasiado tardo, había perdido mi última oportunidad.

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